Lo sé, soy consciente...llevo muchos días sin contar lo que he estado haciendo en Ayacucho desde que llegué. Aunque si son un poco "vivos" se darán cuenta que a medida que pasa el tiempo me cuesta cada vez más escribir en el blog. El motivo? pues que uno va dando prioridades a otras cosas y cuando pienso en escribir...pues me da una pereza, y luego va pasando el tiempo, y pasa...y entonces se acumulan las anécdotas y entonces hay mucho que contar y menos ganas para hacerlo. ¿ya me entienden? Seguro que sí.
Después de tanta introducción les contaré todo lo que he hecho desde que volví a tierras peruanas.
Como saben, el regreso después de estar un mes en Canarias cuesta lo suyo. Volver a acostumbrarme al país, al clima y altura de Ayacucho (les aseguro que se nota la altura), a su cultura...en definitiva, a todo. Una vez acostumbrado, que no acomodado, me siento como si viviera de siempre aquí.
Hubo unos días que estuve colaborando en el entierro de víctimas de la matanza de Huarapite, una comunidad a cuatro horas de Ayacucho. Les cuento un poco la historia. Era un día de 1984, unos campesinos estaban en el campo, pasaron por allí los de Sendero Luminoso (quien no sepa sobre los 20 años de violencia en Perú que busque el Google) huyendo del ejército, tomaron provisiones y se fueron. Entonces llega el ejército, les pregunta a los campesinos dónde tienen a los de Sendero, los campesinos les dicen que no saben nada y entonces los militares los acusan de senderistas y allí mismo los fusilan, delante de hijos, sobrinos...en total 25 muertos. Desde ese año los cuerpos estaban en una fosa común sin tener derecho a un entierro digno. Después de las respectivas identificaciones, se entregan los cuerpos a sus familiares (aún faltan por identificar 9) para que le hagan un entierro y una sepultura diga. Lo peor es que no hay quien pague por estos asesinatos. Pues mi labor fue ayudar a llevar en la camioneta 6 cajones con los restos al lugar donde iban a ser enterrados. El acto fue muy emotivo, se podía ver a sus familiares llorando como si la muerte hubiera sido ayer. Después de la misa los campesinos nos invitan a un desayuno, luego vamos a enterrarlos. Aquí me tengo que detener para explicar el ritual en un entierro. En la Sierra se acostumbra a chacchar coca (es como masticar pero sin tragar) a beber alcohol y a fumar en los entierros, hice de todo menos fumar... así acabé. Comentar que una de las bebidas que me dieron a probar de llamaba "Matachanchos", el nombre lo dice todo. Después del entierro los campesinos nos vuelven a invitar a comer antes de partir a Ayacucho. Como ven, los más pobres te dan más de lo que tienen, y no se puede rechazar nada porque para ellos es todo un gusto el que te puedan invitar a su comida.
No he contado que desde mi llegada están con las elecciones presidenciales. Para conocer mejor el país hay que conocer su política y todo el circo que se monta. En primer lugar hay que aclarar que no existen partidos políticos como tal, salvo dos. Las demás agrupaciones son gente que se unen y forman una espacie de partido para las elecciones, un ejemplo es el nombre de uno "Fuerza 2011" que para las próximas elecciones cambiará de nombre, imagino. Para estar en la plancha de un partido hay que pagar, estará más arriba quien más aporte. Luego se parecen en algo a los partidos en Canarias, sobre todo a los nacionalistas, que compran votos con platos de comida o con simples gorras. No me apetece más hablar de política que me aburre. Termino diciendo que pasaron a la segunda vuelta dos partidos, que según palabras de Vargas Llosa "el Perú tiene dos opciones: el suicidio o el milagro".
Por otro lado sigo con mi labor en el Centro Loyola. Por ahora, como no se ha podido continuar con el proyecto deportivo, la crisis se nota bastante ya que no se aprueban los proyectos que se presentan, así que apoyo al equipo de fútbol, voy a los entrenamientos, a partidos...también tuvimos una parrillada para recaudar fondos que nos servirán para comprar sillas para el salón de reuniones de los chicos, me pasé un día asando carne, así dejaba bien alto el nivel canario de mi experiencias en chuletadas; y luego estoy colaborando en el colegio Fe y Alegría, que para quien no lo sepa son colegios donde van niños con muy pocos recursos y de extrema pobreza. Mi labor allí es guiar unas clases de psicomotricidad y animación a la lectura con niños de 6, 7 y 8 años, y les digo que es un gusto trabajar con ellos. Cuando entro al colegio vienen todos hacia mí y me abrazan, me besan y me llevan a su clase, después de unos minutos voy a la sala destinada a mis clases que está llena de libros, juguetes de madera y una alfombra para que se puedan tirar en el suelo. Siempre vienen con muchas ganas y muy animados, y lo mejor de todo es el entusiasmo que ponen para cada cosa; leer un cuento es para ellos un lujo y en cada clase me están preguntando que cuándo pueden leer. Esto lo hago tres veces a la semana, termino bastante cansado pero muy agradecido. Cada día agradezco a Dios por haberme dado la oportunidad de conocer tantas realidades, tantos mundos andantes que enseñan tanto. Siempre he dicho que no vine a Ayacucho a enseñar, sino a aprender de todo, y de paso aportar algo. Pero uno nunca imagina todo lo que se puede llevar de una experiencia como esta, y cuando uno ve todo esto y que la gente es feliz por el hecho de estar vivos, a pesar de todos los palos que reciben, uno ve los problemas del "primer mundo" con otros ojos.
Sigo haciendo cosas y aprendiendo mucho...
…al fin y al cabo,
actuar sobre la realidad y cambiarla,
aunque sea un poquito,
es la única manera de probar
que la realidad es transformable"
(Eduardo Galeano)