viernes, 30 de octubre de 2009

Sigo vivo...



Saludos a tod@s. Como hace tiempo que no escribo nada y me han escrito preguntando si va todo bien, escribiré contando las experiencias de estos días.
Durante la semana sigo asistiendo a los diferentes ensayos de los grupos y a las reuniones. En el Centro Loyola hemos tenido bastante trabajo ya que hemos estado preparando un retiro de fin de semana con dos grupos, varias reuniones de coordinación y asistencia a los jóvenes. El sábado pasado jugaron el primer partido de liga los chicos de Juan XXIII y ganaron. A propósito de estos chicos, les voy a contar la historia de uno de ellos, que me ha servido mucho para afrontar la vida con más ganas. El portero del equipo estudia en un instituto de 8 de la mañana a 2 de la tarde, luego a las 4 tiene el entrenamiento de fútbol, a las 6 de la tarde trabaja en un colegio ayudando a su madre a limpiarlo y como vigilante hasta las 6 de la mañana. Además asiste a las reuniones de grupo, ya que es presidente, y a los talleres de danza y música. A pesar de todo esto, cuando lo ves siempre tiene una sonrisa en la cara y es muy amigable. Estos testimonios son lo que hacen darme cuenta de la suerte que tenemos. Una de las cosas que más admiro de los ayacuchanos es su espíritu para trabajar, no se suelen cansar fácilmente. No hay distancia larga o trabajo pesado, si les pide un favor, lo hacen con toda amabilidad y ganas. Las mujeres son dignas de admiración, se encargan de cuidar a sus hijos (se los cargan a la espalda mientras trabajan), de hacer la comida y cuidar la casa, de trabajar en lo que sea, ya sea cargando adobes, abriendo zanjas o vendiendo fruta.
Cada día aprendo más y los mejores maestros que tengo son los lugareños.
El fin de semana pasado, como dije antes, tuvimos un retiro con los grupos Juan XXIII y Nueva Generación, fue un taller de emociones, donde pretendimos que los jóvenes aprendieran a conocer y controlar sus sentimientos, trabajaran el grupo y se divirtieran. La anécdota de esos días fue que al día siguiente de llegar, después de levantarme, cual fue mi sorpresa que veo un escorpión en una esquina de la habitación, se lo comunico a Bernie y me dice que es muy normal en esa zona y que también hay culebras. Llego a saber eso y no pego ojo en toda la noche.
Este fin de semana me voy a un pueblo cercano a disfrutar de la festividad de todos los santos y difuntos. Me han dicho que pro el día de los difuntos se hacen grandes fiestas en los cementerios con música, comida… y en las casas se deja la comida favorita del difunto, ya que piensan que por la noche viene y la huele, es decir, que el mundo de los muertos aquí es otro mundo.
Como ven sigo aprendiendo de todo y disfrutando. Ya no me cuesta tanto entender a la gente cuando habla y según me dicen, ya hablo medio peruano. La próxima semana les contaré mis experiencias de este fin de semana.

Muchas felicidades a mi hermano Manuel que cumple años el día 5.
Les dejo una foto del retiro con los chicos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un buen voluntariado pero q tampoco hacia falta irse tan lejos que a este lado del charco se ven historias como esas.